sábado, 26 de abril de 2014

Se acabó el intentar ser diferente. Soy como soy. No puedo remediarlo. Siempre seré la típica chica a la que no le importa a nadie. De la que solo se acuerdan para su propio beneficio. De la que no se cansan de utilizar una y otra vez. De la que nunca se fijan. De la que es invisible para todos, salvo cuando se trata de hacerme sentir mal. Nada de esto va a cambiar. El mundo no es perfecto. La vida es injusta. ¿Luchar? No sabéis cuanto llevo luchando. A veces una retirada a tiempo, es una victoria. Supongo que seguiré así. Y, aunque la mayor parte no me guste, debo seguir adelante. Dando mi ayuda aunque sepa que no recibiré apoyo. O guardándomelo todo, porque soy la única persona en la que se puede confiar. No me gusta. Lo reconozco. Pero es lo que hay. Y por mucho que me empeñe, va a seguir siendo así.


Todo parece complicado. Nada es sencillo entonces. Surgen problemas. Caen lágrimas. Se pierden sonrisas. El mundo gira demasiado deprisa para ti. No puedes parar. Necesitar parar, pero no lo consigues. Intentas sacar fuerzas. Es demasiado para ti. Entonces, alguien aparece. Frena de golpe. Todo da un giro. Tus días cambian. Tu vida da un vuelco y te das cuenta que esa persona es a la única que necesitas para seguir adelante y sonreír.

Los cuentos de hadas no son como los pintan. Si Cenicienta pierde su zapato de cristal, probablemente el príncipe lo rompa en mil pedazos. Blancanieves nunca recobraría el sentido porque su príncipe no la besaría, no creo ni que apareciese.La bella durmiente podría pasarse años dormida. Su príncipe estaría perdiendo el tiempo con cualquier otra y su sueño solo tendría pesadillas. Aunque Bella hubiera aceptado que Bestia era una buena persona, éste le habría demostrado todo lo contrario. Aladdín hubiera volado miles de kilómetros en su alfombra mágica lejos de su princesa por miedo. Anastasia comprendería que debía de haberse quedado en aquel orfanato en el que sus sueños al menos no estallaban contra su cara y Ariel seguiría hundida en las profundidades del mar cuando su príncipe la dejara por otra. La vida real no tiene finales felices. Todos queremos que los tristes estén pintados por algunas gotas de esperanza pero, a veces, solo encontramos la dura realidad.
A pesar de todo tengo que reconocer que todos los golpes me han hecho aprender. Me han hecho perder a una persona demasiado importante en mi vida pero gracias a eso ahora soy quien soy y me siento orgullosa de ello. Personas maravillosa han decidido caminar a mi lado y no siempre físicamente, otras han decidido coger otro camino y alegarse de mi. Y es que así es esto golpes y mas golpes, lo único que nos queda es aprender de ellos.